CERO | La magia del flujo de capital
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La magia del flujo de capital

Amancio Ortega (el bueno), martes 01 febrero 2022

De normal no desperdiciaría mi tiempo con semejantes vírgenes como los que leen artículos de un blog, pero nunca he desestimado la ocasión de enseñarle a alguien la magia del flujo de capital; además, si me permiten sincerarme, me siento muy solo desde que la mayoría de mis amigos fueron enviados a prisión por lavado de dinero, y los conocidos que he hecho por Bumble BFF por alguna razón no responden a mis mensajes de texto después del primer encuentro, así que nos vendrían bien algunos nuevos compañeros de especulación tanto a mí como a mi dulce esposa, Cherry.
Oh, Cherry, chérie, mon chérie; disculpen si divago, pero no sería quien soy hoy si no fuese por ella. Le conocí en unas jornadas universitarias tituladas Crematística, o Cómo hacer tu primer millón con la Fenomenología del espíritu, y desde entonces nos hemos impulsado entre nosotros intentando superarnos el uno al otro: hace cuatro años, antes de ponernos anillo al dedo, firmamos un acuerdo prenupcial en el que separamos nuestros bienes, y así, cuando uno de nosotros llegue a su lecho de muerte, podremos comparar beneficios totales respectivos y ver quién se come el marrón final de ser el eterno segundón.
He tenido la dicha de que el destino haya puesto a esta persona en mi vida, siendo no sólo una fuente de competitividad y apoyo constante, sino también gracias a quien tuvimos el coraje de despedir a nuestro jefe y ser dueños de nuestra propia empresa. Ahora nuestra jornada termina cuando queramos tomar una bebida energética y correr de vuelta a nuestro hogar por el carril bici: al principio de nuestro emprendimiento las victorias eran repartidas de manera algo intercalada, pero desde hace un tiempo —desde aquella ocasión en que me lastimó con unas chinchetas que aventó en mi camino para tener ventaja estratégica [joder, la amo, cómo la amo]—, nos hemos sincronizado biológicamente y solemos llegar a la vez, por lo que entramos juntos a la bañera y nos duchamos con los trajes puestos para no gastar dinero en coladas.
Tras ello, habiendo puesto nuestra ropa encima de la calefacción principal del vecino, me dirijo a la habitación, froto mis palmas, bajo mis boxers hasta mis tobillos y los pateo a la copa de mi cama; Cherry exclama “come here, lover boy” mientras Google Home empieza la reproducción de la banda sonora de Dirty Dancing, y salto en mi colchón como si fuese una piscina a practicar con mi maravillosa esposa las posiciones nuevas que aprendí en el audiobook del Kamasutra mientras venía a casa.
Cuando hemos terminado, reposamos las nucas en nuestros collarines de viaje mientras suspiramos con el orgullo de ser las personas que somos, y nos deslizamos en nuestros sueños pensando en la gloria de los Estados Unidos de América.

Pero esto es suficiente contexto. He venido a compartir mis cinco principios de hustler organizados con viñetas para hacer la lectura más rápida; porque el tiempo es oro, y el oro es dinero, y si no estoy haciendo dinero entonces no estoy haciendo tiempo. O algo así. No derrocho tiempo pensando en la lógica de mis pensamientos.

No hay tiempo para conclusiones.

Shout out a nuestro bebé, Cash Money, a quien vemos los fines de semana por no trabajar las guarderías.

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lunes 14 febrero 2022
Mandukasana