Desde su publicación en 2013, Taipei se ha convertido no sólo en un clásico contemporáneo de la literatura y el estandarte del movimiento norteamericano denominado “alt-lit”, sino que también ahora la opinión que alguien tenga respecto de ella es un barómetro personal para comprender quiénes en mi círculo cercano merecen mi auténtico cariño.
The Observer la distinguió como una “obra maestra modernista”, y, según un tweet de Bret Easton Ellis, es el libro que llevó a Tao Lin a convertirse en el prosista más interesante de su generación, provocando respuestas en líneas de “‘Is this motherfucker for real?’” (Rhizome) y “Why does he hate me?” (The Millions) al leer alguna de las páginas que destiló de las 25.000 que, según él mismo, tenía en su memoria.
In the distance, Cleveland’s three tallest buildings, each with a different shape and style of architecture and lighting, were spaced oddly far apart, like siblings in their thirties, in a zany sitcom. After spending their lives “hating” one another, in a small town, they moved to different cities and were happy, but then got coincidentally transferred by their employers to the same medium-sized city. They were all named Frank.
Por ello, tras haber leído la versión original y sentir la voluntad de leer la misma novela con distintas palabras, el por fin tener en las manos Taipéi —con tilde, una traducción publicada por la editorial Alpha Decay— suponía un motivo para emocionarse ambiguamente y averiguar con más certeza si acaso this motherfucker is for real en más de un idioma.
Tristemente, esta edición en castellano, la más popular entre todas, podría más fácilmente llevar a alguien a sufrir de distimia que a ver con fidelidad el estilo desinteresado y coloquialmente fino de Tao Lin en su propia lengua, porque literalmente ni siquiera se encuentra allí.
Por no empezar una reseña destacando al instante los aspectos negativos, se tiene que admitir que la carátula tiene un bonito diseño modernamente post-moderno, y la primera línea traducida cumple con lo que busca. Sin embargo, después de este punto empieza el declive del libro.
En la segunda línea, la elección de traducir “Paul, 26, and Michelle, 21” a través de “Paul, veintiséis años, y Michelle, veintiuno” no sólo se lleva por delante la noción de densidad de datos que la obra de por sí misma trae consigo, donde se deja notar también la diferencia entre cantidad y calidad a través de una ausencia vista por su presencia, sino que destruye la cadencia corta de los incisos que se encuentran a lo largo de toda la novela, como sucede luego en este mismo párrafo al escoger “, el noviembre anterior,” como una traslación correcta de “, last November,”, habiendo tenido perfectamente la opción de dejar de alguna manera el artículo fuera del intervalo entre comas.
Aún en la primera página, la omisión de dispositivos retóricos —“cara inexpresiva” por “mask-like expression”— y la interpretación elegante de expresiones simples —“la cuestión tampoco le resultaba indiferente” por “he was not incurious”— se hacen presente junto a la primera aparición de una destrucción constante de la estructura original: el diálogo “—Sí —dijo Paul automáticamente” se muestra orientado por guiones cuando verdaderamente Taipei, al igual que las obras anteriores de Tao Lin, rompen con el esquema del diálogo a guión y emplean simplemente comillas inglesas; pero, en mayor ofensa a la noción de intención de autor, resulta sorprendente que separe la frase del párrafo que le sigue, y, de la misma forma, tan sólo tres páginas después, en lugar de reflejar un recuerdo intercalado entre el diálogo —como sucede en el original, consecuente con la idea de dispersión siempre manifiesta en el texto—, se escoge alterar nuevamente la estructura y colocar el recuerdo después del diálogo completo.
Tan impactado como me encontraba, mientras me preguntaba si el que se utilizasen comillas latinas era más apropiado que comillas inglesas, intenté pasar a una sección posterior del libro, y me di cuenta que los capítulos, en lugar de ser divididos con un quiebre de página completo —la única posibilidad de descanso respecto a la insistente sobrecarga de información—, únicamente se separaban por cuatro líneas y un número.
No pudiendo creer ya que este fuese el mejor de todos los mundos posibles, dije "pff" y lancé el libro a una distancia que, después de pensarlo unos segundos, calculé que caía en un rango de entre 1,5 y 2 metros, e hice 3 series de 12 flexiones por un régimen que vi en una cuenta de ejercicios que apareció, supuestamente recomendada por publicaciones que había guardado, en mi sección de explore.
Abrí un documento en Google Drive con la intención de escribir yo mismo una traducción de Taipei y enviarla a la editorial, no con motivo de ser publicada, aunque sin alguna razón clara más allá de darle propósito a mi vida.
Mientras esperaba a que cargase la página, un grupo de niños pasaba cerca de donde estaba sentado, y escuché a uno llamar a otro “niño rata”, a lo cual el otro respondió “mírate en un espejo”. El resto de niños gritó “oh” prolongadamente de una forma muy expresiva, y pensé “emoji de gafas de sol”.
Habiéndome ya olvidado de qué quería hacer con Google Docs, recordé los momentos en que mi futuro aún era prometedor cuando a los 10 años nos permitieron el uso de calculadoras para matemáticas de quinto grado, escribí siete dígitos y cogí la pantalla del equipo entre mis manos y la volteé, pero no logré acordarme de qué se suponía que debía leer, y un pensamiento sin relación que no pude pensar entró en mi cabeza, y el equipo se me resbaló de las manos y se rompió en el suelo. Ahora tengo que escribir esto desde un iPad prestado, y viendo el qwerty digital me doy cuenta de que podría simplemente haber escrito la palabra en el orden que corresponde con el alfabeto de mi teclado.
En fin, "Taipéi: Una novela de Tao Lin" tendría un título más apropiado con "Taipéi: Una novela basada en una novela de Tao Lin". Si dentro de todo tiene algo de provecho, está en el recordatorio insistente de que leer una traducción es leer una traducción.
Sent from my iPad.
Wilhelm, domingo 15 mayo 2022